- Muéstrale que sus emociones cuentan. No te esfuerces en reprimirlas ni ignorarlas. Acompáñalas, aunque desde tu visión de adulto sus motivos no sean “relevantes”.
- Respeta y apoya sus sueños. Aunque hayas imaginado otras cosas para ellos, debes entender que tu papel es el de GUIAR y no el de forzar a seguir un camino que no le pertenece.
- Acompaña su proceso. No te enfoques tanto en sus “debilidades”, más bien esfuérzate por potenciar sus habilidades. Recuerda que tus hijos son únicos e incomparables y acompañar su proceso les ayuda a aprender que no hay necesidad de competir con nadie porque dentro de cada uno está lo que requiere para disfrutar de cada paso de su camino.
- Escúchalos con tus oídos, con tus ojos, con tu cuerpo. Así les muestras que TOD lo que tienen para decirte es importante para ti. Les enseñas que siempre pueden acudir a ti sin temor. Si no es buen momento para hablar, permite que te digan brevemente de qué se trata y luego explícales en qué momento pueden hablar con más calma. Cúmpleles siempre.
- Abrázalos, aunque no haya un “motivo”. Incluso cuando sientas que “no lo merecen”, porque ¿sabes? ¡Esos abrazos son los más valiosos para ellos!
Recuerda que en cada acto, en cada palabra y en cada gesto que les ofreces cada día, les estás mostrando qué es el verdadero amor y les darás bases para que aprendan a identificarlo a lo largo de su vida.
#CambiaElChip
-Lina- @RedParental